2.04.11

 

Europa sigue recorriendo a toda velocidad la carrera del totalitarismo más rampante. El comunismo, el fascismo y el nazismo se disfrazan ahora de laicismo, pro-abortismo, lobby gay e ideología de género. Francia, cuna de una Ilustración que tuvo a la guillotina como símbolo de su verdadera naturaleza, es paradigma de esa realidad. La otrora hija primogénita de la Iglesia trata como hijos bastardos a quienes cometen la osadía de defender la vida.

Y así vemos como un profesor es echado a patadas del sistema nacional educativo francés por atreverse a mostrar a sus alumnos imágenes de cuál es la realidad del aborto. Ese mismo sistema considera que los nenes de 13 y 14 años pueden recibir información sobre los métodos anticonceptivos y el aborto. De hecho, en las enfermerías de los colegios franceses públicos se puede dispensar la pídora abortiva a las adolescentes. Sin embargo, si les muestras lo que es un aborto, acabas en la rúe.

Philippe Isnard ha comprobado en sus propias carnes cuál es el poderío de esa máquina del terror y la muerte en que se han convertido los estados democráticos liberales. Tuvo la osadía de mostrar a sus alumnos imágenes de fetos abortados. Eso sí, antes les advirtió de la dureza de las mismas, ofreciéndoles la posibilidad de que no las vieran. El contexto era precisamente el de un debate sobre el aborto. Pero como una imagen vale más que mil palabras, los abortistas saben que la exposición gráfica de la realidad del aborto suele provocar el rechazo de quienes están dudosos sobre la legitimidad de esa acción criminal.

Despedir a alguien por mostrar imágenes de fetos abortados para entender lo que es el aborto es como despedir a alguien por mostrar imágenes de los restos humanos de los campos de concentración nazis para entender lo que fue el nazismo. Es como despedir a alguien por mostrar los cuerpos mutilados tras una atentado para entender lo que es el terrorismo. De hecho, lo que queda claro tras ver a los fetos abortados es que son seres humanos. Y eso es más de lo que pueden soportar los defensores del aborto.

Los estados que legalizan y promueven el aborto no quieren testigos. Los apóstoles de la vida deben estar dispuestos a ser perseguidos, despedidos, encarcelados y enviados al ghetto del desprecio de una sociedad occidental que lleva décadas empeñada en suicidarse.

En Francia se enseña a las jóvenes a abortar pasando por alto la autoridad paterna a la vez que se prohibe que vean lo que es el aborto. Todo ello con un gobierno “conservador” al frente del país. Se quiera o no, ese es el verdadero rostro del sistema democrático liberal y laicista. Libertad para matar inocentes, igualdad para todos menos para los que defendemos la vida, fraternidad para los lacayos de la cultura de la muerte. Muchos dicen que es el mejor posible de todos los sistemas políticos. Yo me pregunto qué pensará Dios de todo ello. Creo que sé la respuesta.

Luis Fernando Pérez Bustamante