1.04.11

Eppur si muove - ¿Somos tibios los católicos?

A las 1:16 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

Dice S. Josemaría en el punto 331 de “Camino” ”Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor; si buscas con cálculo o “cuquería” el modo de disminuir tus deberes; si no piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus conversaciones son ociosas y vanas; si no aborreces el pecado venial; si obras por motivos humanos”.

No pocas verdades expresa, en estas líneas, el fundador del Opus Dei porque actuar con pereza en lo referido a Dios no es propio de un cristiano que, en verdad, lo es; actuar de forma que se “piense” como hacer de menos lo que ha de hacerse de más es algo que no debería plantearse un hijo de Dios; conducirse de forma que sólo importe lo nuestro y, así, olvidar a Quien le debemos todo, no es un buen comportamiento y si, por último, hacemos como si aquello que cometemos es de poca importancia, a pesar de saber que es pecado…

Entonces podemos preguntarnos si, en realidad, los católicos actuamos con tibieza o, por el contrario, ejercitamos de forma correcta lo que se llama “unidad de vida” que no es otra cosa que la existencia de correspondencia entre lo que se dice que se cree y lo que se hace.

Sabemos, por otra parte que conviene ser frío o caliente. Una cosa o la otra tenemos que ser porque, de otra forma, como bien se recoge en el Apocalipsis (3, 16) poniéndolo en boca de Dios “Porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca.” Y esto, dicho así lo que quiere decir es que bien estamos con Dios o contra Dios porque lo que no podemos hacer es decir que somos católicos pero, a la hora de la verdad, hacer como si no fuéramos.

Y eso, además, es pretender engañar al Padre a sabiendas de que no se le puede engañar.

Entonces… ¿Somos tibios los católicos?

Deberíamos empezar estableciendo en qué tipo de comportamiento podemos caer para que se nos diga que, en efecto, actuamos con tibieza.

Arriba ha apuntado mucho, y bien, el fundador del Opus Dei cuando entiende como actuación tibia, por ejemplo, hacer lo que nos corresponde mala gana o, también, buscar en nuestras actuaciones nuestro único interés egoísta.

Pensemos, por ejemplo, si cuando se actúa contra los símbolos cristianos actuamos como debemos o miramos para otro lado por comodidad porque entonces somos tibios.

Pensemos, por ejemplo, si nos encontramos inmersos en un posible caso de aborto no ejercemos de católicos y defendemos, como podamos, la vida que es posible no llegue a ver la luz porque entonces somos tibios.

Pensemos, por ejemplo, si ante el caso de tener que decir qué somos, religiosamente hablando, callamos ante el qué dirán, más conocido como respeto humano porque entonces somos tibios.

Pensemos, por ejemplo, si ante las dificultades que podemos encontrar para caminar por un camino de virtud, cedemos en las pequeñas cosas y caemos en pecados veniales deliberados haciendo, en lo sucesivo, nuestro comportamiento llevado por los mismos como si no tuvieran importancia alguna y transformándolos en ejes de nuestra tibia vida… porque entonces somos tibios.

Pensemos, por ejemplo, si nos conformamos, cual sepulcros blanqueados, con una apariencia de vida exterior católica pero teniendo un corazón farisaico porque entonces somos tibios.

Pensemos… lo que cada cual puede pensar al respecto de su propia vida espiritual sobre la tibieza espiritual y la relación que tiene con su propia persona.

¿Y qué hacer contra la tibieza?

Por ejemplo, practicar el examen de conciencia antes de empezar cada día o saber que cuando en el bautismo se nos perdonó el pecado original deberíamos actuar, siempre, a sabiendas de que la llamada a la santidad no es algo baladí. Tampoco podemos olvidar, en definitiva, que la Cruz de Cristo tiene que ser amada por sus discípulos. Pero la suya y no la que pudiéramos inventar nosotros mismos porque, a lo mejor, es más acomodaticia y menos Cruz.

Si no hacemos algo por el estilo bien podemos estar seguros de que la tibieza no se habrá borrado de nuestro corazón y la posibilidad de ser vomitados de la boca de Dios (con lo que eso significa) estará al alcance, nigérrimo, de nuestro corazón.

Eso sí… también sabemos que Dios nos permite, don gracioso de Su bondad, escoger entre ser tibios o no serlo. Ahora bien, las consecuencias serán, sin duda alguna, para cada uno de sus hijos. Suyas e intransmisibles.

Eleuterio Fernández Guzmán