“Existe una valoración negativa de la Iglesia por parte de muchos, incluso bautizados”

Atilano Rodríguez: “Admiro en Don José al compañero leal, al hombre libre, al amigo fiel y al hermano servicial”

“Algunas leyes del Gobierno son injustas, porque proponen derechos inexistentes”

José Manuel Vidal, 01 de abril de 2011 a las 15:42

 

(José Manuel Vidal).- Mañana entra en Sigüenza a lomos de mula blanca, como mandan los cánones. Atilano Rodríguez deja en Ciudad Rodrigo "mucho más de lo que se lleva" y, con su actitud vital de buena persona y de obispo entregado, está dispuesto a "servir y apacentar con amor y entrega generosa la comunidad diocesana de Sigüenza-Guadalajara". Antes de su toma de posesión renueva su admiración por el obispo saliente, José Sánchez, "compañero leal, hombre libre, amigo fiel y hermano servicial" y reconoce el legado del cardenal Tarancón. También critica algunas leyes del Gobierno por "injustas" y se queja de la "valoración negativa de la Iglesia por parte de muchos, incluso bautizados", que achaca a que "se tienen en cuenta los errores o los fallos más que sus realizaciones positivas" y el "importante servicio que está prestando a la sociedad".

¿Qué sintió cuando le comunicaron la noticia de su traslado?

Al recibir la noticia de mi nombramiento como obispo de Sigüenza-Guadalajara he experimentado sentimientos encontrados. Por una parte, he experimentado tristeza al tener que separarme de las buenas gentes de Ciudad Rodrigo, a las que conozco, quiero y valoro como consecuencia de mi convivencia diaria con ellas durante ochos años. Por otra parte, he experimentado una profunda alegría al conocer que el Santo Padre ha nombrado a un gran pastor para continuar guiando e impulsando la actividad misionera y evangelizadora de la diócesis de Ciudad Rodrigo y que sigue confiando en mi persona, a pesar de mis muchas limitaciones, para servir y apacentar con amor y entrega generosa la comunidad diocesana de Sigüenza-Guadalajara.

¿Le ha costado mucho despedirse de Ciudad Rodrigo?

Ciertamente me está costando la despedida de Ciudad Rodrigo. Han sido ocho años de intensas relaciones humanas y de afecto sincero. Además, en el ejercicio del ministerio pastoral, que el Señor me ha confiado, siempre he encontrado la acogida cordial, la disponibilidad evangélica, el testimonio creyente y la colaboración incondicional de los sacerdotes, religiosas y cristianos laicos a la hora de asumir los objetivos y las acciones pastorales pensadas y programadas para cada curso pastoral.

¿Qué deja en ella y qué se lleva?

Seguramente les dejo muy pocas cosas, debido a mi falta de radicalidad evangélica y a mis pocas cualidades. Espero que a través de mis obras y palabras algún hermano haya descubierto el amor de Dios y su oferta de salvación en Jesucristo. Yo me llevo de esta querida diócesis mucho más de los que dejo. Además del cariño inmerecido, me llevo el testimonio de fe en Jesucristo, la experiencia de la comunión eclesial y la inquietud de muchos buenos cristianos por encontrar nuevas formas y nuevos métodos para el anuncio del Evangelio y para la transmisión de la fe en esta realidad cultural y social tan cambiante.

¿Puede presumir de conocer personalmente a todos sus curas y a muchos de sus fieles?

Por supuesto conozco bien a cada sacerdote y valoro su labor abnegada. La misión del Obispo sin la colaboración de los presbíteros sería imposible e impensable. Durante estos años han sido muchos los encuentros pastorales, celebrativos y festivos, que he mantenido con ellos, intentando encontrar con la luz del Señor un mejor servicio evangélico a los restantes miembros de la comunidad diocesana. También conozco bien a muchos laicos, especialmente a aquellos que participan frecuentemente en los retiros espirituales, en las convivencias arciprestales y en las actividades evangelizadoras de la parroquia. Pastores y fieles formamos parte de la única Iglesia de Jesucristo. En el futuro de la evangelización tiene que producirse una colaboración mucho más estrecha entre todos. Ahora bien, esta colaboración será imposible, si no nos conocemos y nos queremos.

¿Este tipo de diócesis, pequeña y abarcable, es más 'pastoral' para un obispo?

En una diócesis pequeña, con alguna frecuencia se experimenta la dificultad de encontrar las personas necesarias para impulsar determinados proyectos pastorales. Pero, a diferencia de una diócesis grande, siempre existe la posibilidad de trabajar pastoralmente a pie de obra en las programaciones pastorales y en la revisión de la actividad evangelizadora. Una diócesis pequeña es como una gran familia, en la que todos disfrutan de la cercanía, del cariño y del servicio de los restantes miembros de la comunidad. Además, en una diócesis pequeña, no resulta difícil la colaboración y la corresponsabilidad en la común misión evangelizadora pues cada uno experimenta y palpa el testimonio creyente y la dedicación generosa de los hermanos en la fe.

¿Qué le han contado de Sigüenza-Guadalajara?

Me han dicho que es una diócesis mucho más extensa que la de Ciudad Rodrigo, de profundas raíces cristianas, con una importante despoblación de las zonas rurales como consecuencia de la emigración y con una concentración de la población en la ciudad de Guadalajara y en el corredor del Henares. Además, también me han indicado que posee un rico patrimonio religioso, una actividad caritativa bien organizada, concurridas manifestaciones de religiosidad popular y una profunda devoción a la Santísima Virgen.

¿Continuidad en lo pastoral?

Antes de conocer personalmente la realidad diocesana me resulta muy difícil señalar las actividades pastorales a realizar. Mi propósito en este momento se centra fundamentalmente en tomar posesión de la diócesis, integrarme en la acción evangelizadora que ya se está llevando a cabo y permanecer atento a la voluntad del Señor y tener en cuenta lo que me digan los creyentes y quienes no lo son. Con el paso del tiempo, desde la vivencia de la comunión eclesial y desde la corresponsabilidad pastoral con los sacerdotes, religiosos y laicos, veremos cuáles son los aspectos, en los que debemos incidir especialmente para el anuncio de la Buena Noticia de la salvación de Dios.

¿Don José es su amigo y algo más?

Don José ha sido mi obispo en Oviedo, cuando yo era presbítero de aquella diócesis. Luego el Señor me ha enviado a la diócesis de Ciudad Rodrigo, en donde él nació y en cuyo seminario se formó. Además, en Fuenteguinaldo, su pueblo natal, nos encontramos siempre que él puede acercarse a visitar a sus familiares y amigos. Partiendo de estas relaciones y encuentros frecuentes, sería incomprensible que yo no admirase en Don José al compañero leal, al hombre libre, al amigo fiel y al hermano servicial.

¿Su pontificado será un poco más 'ad intra'?

Pienso que no se puede separar la actividad pastoral "ad intra" de la que hay que realizar "ad extra". Los últimos Papas, al contemplar los cambios culturales, sociales y religiosos ocurridos en países de antigua tradición cristiana, como sucede en España, nos están pidiendo a todos los cristianos que asumamos una nueva evangelización. Esta debe partir de la sincera conversión al Señor y al Evangelio mediante una sólida espiritualidad y una formación integral. Pero el encuentro con el Señor, para que no se quede en un puro espiritualismo, tiene que empujarnos al mundo para anunciar y testificar con humildad y confianza en las distintas realidades sociales lo vivido y celebrado en la liturgia y en la oración. Desde el cariño y el respeto a quienes no creen, hemos de buscar formas de colaboración con todos para la consecución del bien común de la sociedad.

¿Que le parece cuando los periodistas les calificamos a los dos como los "últimos de Tarancón"?

El Cardenal Tarancón, con su clarividencia pastoral, con su asimilación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, con su buen humor y con su cordialidad, ha prestado servicios impagables a la Iglesia y a la sociedad española en tiempos muy difíciles. Esta ingente tarea pudo llevarla a cabo, a pesar de las críticas y calumnias que tuvo que soportar en distintos momentos, porque estaba profundamente anclado en Jesucristo y porque vivía una profunda comunión eclesial con el Papa y con sus hermanos en el episcopado. Partiendo de su testimonio, pienso que los obispos no somos de nadie, sino de Jesucristo. A él nos debemos, a él tenemos que entregarle nuestra vida con gozo y de él tenemos que aprender a ser pastores del pueblo de Dios. Luego, a la hora de ejercer el ministerio pastoral, que se nos ha confiado, cada uno puede tener sensibilidades particulares al enfocar los proyectos pastorales. En ello influye, sin duda, las experiencias familiares vividas, el ambiente social y cultural, las orientaciones y testimonios de formadores y compañeros. Este conjunto de cosas hacen posible que cada obispo sea distinto a los demás y, al mismo tiempo, complementario.

¿Cómo recuperar la credibilidad social que, precisamente en época de Tarancón, tenía la Iglesia española?

Creo que la Iglesia española está prestando un servicio muy importante a la sociedad en el campo de la cultura, en el de la formación de las jóvenes generaciones, en el fomento de la solidaridad, en la atención a los marginados y en la transmisión del Evangelio de la esperanza.. En general, este conjunto de actuaciones son muy poco conocidas y valoradas. Se tienen más en cuenta los errores o los fallos que pueda cometer alguno de sus miembros que sus realizaciones positivas. Como consecuencia de ello existe una valoración negativa de la Iglesia por parte de muchos, incluso bautizados, y en ocasiones se pretende que ésta no tenga una presencia significativa en la vida pública, porque sus enseñanzas se consideran como una rémora para el desarrollo de la sociedad. Ante esta situación pienso que los cristianos hemos de renovar nuestra fidelidad al Señor, nuestro amor a la Iglesia, como misterio de comunión, y nuestro amor a cada ser humano sin importarnos demasiado el prestigio o el reconocimiento social. No debemos olvidar nunca que la Iglesia es nuestra Iglesia, porque antes es la Iglesia de Jesucristo y tampoco debemos perder de vista que el discípulo no es más que el Maestro. Si Él fue despreciado, los que intentamos seguirle, aunque sea con muchas deficiencias, no debemos esperar ni buscar el aplauso y la alabanza, sino la fidelidad al Evangelio.

¿Puede volver por sus fueros la Acción Católica, de la que es usted obispo-consiliario?

Vivimos momentos de profundo individualismo social. Como consecuencia de ello muchos bautizados, de forma equivocada, pretenden vivir la fe por su cuenta, al margen de la Iglesia, sin referencia a los restantes miembros de la comunidad cristiana. Esta forma de orientar la vida cristiana hace muy difícil impulsar el asociacionismo eclesial y, concretamente, el asociacionismo en los movimientos de Acción Católica, a pesar de la dedicación de muchos militantes y consiliarios. Sin pretender ser profeta, considero que el futuro de la Acción Católica dependerá de la apertura de los cristianos a la gracia divina, de una vida espiritual fundamentada en una buena formación bíblica, de la recuperación de la comunión eclesial y del apoyo decidido por parte de los obispos y sacerdotes en sus respectivas diócesis.

¿Zapatero quiere descristianizar España?

No conozco personalmente al Presidente del Gobierno y, por tanto, tampoco conozco cuáles pueden ser sus intenciones con relación al cristianismo y a la Iglesia. Ciertamente, ante la promulgación de algunas leyes, los obispos españoles, cumpliendo con nuestro deber de iluminar las conciencias de los católicos e intentando prestar un servicio a la sociedad, hemos llamado la atención en determinados momentos sobre los contenidos de algunas leyes, no sólo porque fuesen en contra de los valores evangélicos, sino porque considerábamos que eran injustas al proponer derechos inexistentes, contrarios a la dignidad de las personas, al bien común de la sociedad y, en algún caso, a la libertad religiosa. Ante estas manifestaciones respetuosas se nos dijo que estábamos trasnochados y que permanecíamos anclados en el pasado. Ahora bien, la aprobación de estas leyes no puede llevarnos a culpar a una única persona por su promulgación pues las leyes son aprobadas por el Parlamento.

¿Qué va a aportar a la Iglesia la próxima beatificación de Juan Pablo II?

Me llena de alegría la beatificación del Papa Juan Pablo II. Considero que es el reconocimiento de su testimonio de santidad, fundamentado en el profundo amor a Jesucristo y a la Iglesia hasta el último instante de su vida, sin escatimar esfuerzos y sacrificios. Con la beatificación se pone en evidencia la constante acción del Espíritu en el corazón de las personas y la pasión del hombre, enamorado de Dios, por la defensa de la dignidad y de los derechos de cada ser humano, hasta llegar a abrazarlos a todos sin distinciones de razas ni de color. Sería importante que, con ocasión de la beatificación, todos volviésemos a escuchar aquellas palabras, que pronunció al comienzo de su pontificado, invitándonos a abrir de par en par las puertas del corazón a Jesucristo.

¿La JMJ será un éxito, un espectáculo grandioso...y algo más?

Para emitir un juicio certero, habría que esperar a la celebración de la JMJ. No obstante, yo tengo la convicción de que van a ser, tanto para los jóvenes participantes como para quienes sigan las celebraciones a través de los medios de comunicación, una experiencia intensa de fe y de comunión eclesial, así como una oportunidad para que muchos jóvenes acojan la llamada de Jesucristo al seguimiento y se conviertan en apóstoles en sus respectivos países. Espero, además, que las celebraciones litúrgicas, los momentos de oración y las enseñanzas del Santo Padre sean un revulsivo para impulsar la pastoral juvenil y vocacional en las distintas diócesis españolas. La preparación que se está llevando a cabo en estos momentos y la celebración de los días previos a la Jornada en cada Iglesia diocesana van a propiciarlo.