28.03.11

Oscar Arnulfo Romero, una beatificación incómoda

A las 10:12 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América
 

El 24 de marzo de 1980 un grupo de sicarios acribilló a balazos al entonces arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero y Galdámez. Un asesinato político en medio de una sangrienta guerra civil. Los discursos del prelado eran demasiado molestos para el gobierno y los escuadrones de la muerte. A 31 años de la muerte su figura aún sigue siendo incómoda y su proceso de beatificación no avanza.

Por sus encendidos discursos en favor de los pobres, los derechos humanos y por su cercanía con la gente monseñor Romero es recordado como paladín de los que menos tienen. En una América Latina donde el debate en torno a la teología de la liberación mantenía una vigencia de alto impacto, en aquella época su homicidio fue leído en clave ideológica (algo inevitable).

En 1994 el sucesor en la arquidiócesis de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, inició su proceso de beatificación. Como era previsible estas lecturas ideológicas salieron a la luz, sobre todo en El Vaticano. En el año 2000 la Congregación para la Doctrina de la Fe comenzó el estudio de todos los discursos de Romero. En 2005 el postulador de la causa, el obispo italiano Vincenzo Paglia, aseguró públicamente que “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”.

Pese a esto, seis años después nada se sabe sobre la beatificación. Fuentes calificadas nos han confiado que, por el momento, la Santa Sede no espera avances significativos sobre el tema. Se espera que pase tiempo suficiente para dejar atrás los afanes de instrumentalización y permitir que emerja la verdadera figura de Romero, más allá de las ideologías.

Mientras tanto el pueblo salvadoreño espera tanto como el movimiento católico Comunidad de San Egidio, una de las realidades eclesiales que más sostienen el “camino a los altares” del arzobispo. A continuación una entrevista para reflexionar sobre esta beatificación incómoda.

 

UNA ESPERA CONSCIENTE DE LAS DIFICULTADES
Entrevista con Jaime Aguilar, responsable de la Comunidad de San Egidio en El Salvador

Existe mucha expectativa sobre la beatificación de monseñor Arnulfo Romero, ¿ustedes saben qué situación tiene actualmente?

JA.- La figura de monseñor Romero nosotros como San Egidio la comunicamos mucho, la estamos comunicando a las nuevas generaciones para que no sea una figura odiada sino que sea una figura que permanezca viva, sobre todo, en las poblaciones pobres. Porque son los pobres quienes más lo recuerdan pero la Iglesia misma tiene una memoria muy linda de monseñor Romero. El proceso de beatificación continua, el Papa Benedicto lo dijo cuando iba a Aparecida.

Nadie ha puesto en duda la calidad humana de monseñor Romero sino algunos aspectos de algunos de sus mensajes que han sido vinculados con personajes que la Iglesia ha censurado, ligados a la teología de la liberación. El Papa dijo que el proceso va adelante pero que se deben deshacer nudos ¿ustedes están de acuerdo en que esto es así?

JA.- Claro, es claro, sucede que la sociedad está muy dividida en mi país, hay siempre muchos estira y afloja en nuestra sociedad y yo creo que esto no permite avanzar. Nosotros estamos en la espera, para nosotros monseñor Romero es una verdadera figura de pastor, tanto que nosotros nos hemos ligado mucho a su memoria como San Egidio, una memoria que amaba al pobre, una memoria de dar voz a quien no la tenía.

Nosotros hicimos para el 30 aniversario una oración en el hospital donde fue asesinado e invitamos a muchas personas a las cuales nosotros ayudamos, damnificados del terremoto, del huracán, gente de la calle y pobre, hubo una respuesta única, llenamos la Iglesia, salones alrededor precisamente porque más allá de todo existe una conciencia en el pueblo de que monseñor Romero acompañó y respondió en un tiempo difícil a la vida de tantos.

Hay muchas situaciones todavía pendientes, yo se que quienes están conduciendo la causa de beatificación están trabajando mucho e investigando.

Uno de los puntos conflictivos corresponde a algunos discursos de Romero que, se dice, fueron redactados por personajes como Jon Sobrino que ha tenido sus dificultades (sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe). ¿Ustedes están conscientes de esto?

JA.- Si, claro. Yo sabía que todos los discursos de monseñor Romero fueron revisados por la Congregación para las Causas de los Santos, parece que no hubo grandes cuestiones. Digamos que si, habrá problemas pero no sé exactamente cuál será el fondo, cuáles son los puntos.

¿Ustedes saben que esa vinculación con Sobrino podría tener una influencia?

JA.- Si exactamente, no es indiferente, pero yo creo que al final el fondo de todo hay una figura de monseñor Romero como mártir, porque murió sobre el altar en el momento de la consagración. Fue también un poco por persecución contra la Iglesia. Hay una espera consciente de las dificultades, de las polarizaciones, de los problemas pero hay una memoria muy linda.

¿El tiempo puede ser el mejor aliado?

JA.- Yo creo que el tiempo, poco a poco, va a poner las cosas en su lugar. Para muchos salvadoreños Romero es ya un ejemplo, pero nosotros queremos verdaderamente esperar el parecer del Vaticano. No es que hay un culto público en los altares ahora mismo, hay una fama de santidad, que muestra una manera de vivir también respondiendo a la gente pobre.

Una de las preocupaciones del Vaticano es que si se avanza en el proceso sin aclarar todos los puntos pendientes su figura puede ser utilizada ideológicamente. ¿Ustedes prefieren esperar?

JA.- Creo que sí ha sucedido que un poco la izquierda, un poco la política lo tomaba en un sentido u otro. Cuando Juan Pablo II llegó al Salvador y no estaba prevista la visita, él dijo yo quiero ir y cambiaron todos los planes, tanto que como el Papa no iba a pasar la catedral estaba cerrada, tuvieron que llamar al párroco que salió corriendo, tomó la llave y abrió la puerta.

El Papa entró y rezó. Juan Pablo II, que lo había conocido bien en diversas situaciones dijo: “Monseñor Romero es nuestro”. Estas palabras del Papa nosotros las hacemos nuestras. Todos debemos decir eso, porque respondió en una situación difícil en un país marcado por la violencia; con su muerte se acabó toda posibilidad de diálogo, de paz.

De la izquierda dijeron que era de ellos pero después cuestionaron por qué habló con la derecha, la derecha dijo era nuestro pero por qué habla con la izquierda, en el fondo para Romero no era una situación fácil pero yo creo que él respondió. Creo que hay una buena memoria, esperemos que vaya todo bien y terminé finalmente en los altares, porque esa es nuestra verdadera esperanza.