El amor entregado desgasta, exige,… pero también renueva

¿Celebrar San Valentín en la escuela?

“Ama a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”

Escuelas Católicas, 14 de febrero de 2011 a las 12:44

 

Quién sabe, quizá dentro de poco también tengamos que celebrar la fiesta de San Valentín en la escuela. Este Santo al que trágicamente hemos reconvertido en nubes de algodón rosa y cojines con forma de corazón. ¿Qué hizo en vida el bueno de Valentín para quedarse reducido a esta iconografía tan poco significativa?

Cuando más problemas hay para vivir un amor auténtico, cuando las personas justifican la necesidad de que el amor deje de ser eterno para ser tan efímero como un deseo más, cuando hay mayores tasas de fracaso matrimonial y de pareja… cuando en el fondo nos vamos haciendo todos cada vez más egoístas… surge como por arte de magia la intención de celebrar el amor, regalar rosas, atiborrarse de bombones con forma de corazón e incluso declarar el amor por algún medio lo más estridente posible (y si puede ser televisión en hora de máxima audiencia, mejor).

Todavía no he oído que ninguna escuela pretenda celebrar de este modo la fiesta del pobre Valentín (y lo digo “pobre” por la cara que pondría, o quizá ponga desde el cielo, cuando vea en qué se ha convertido la memoria de un santo que lo fue por martirio), haciendo que los alumnos escriban versos de amor que destilen ambrosia y dulzor barato.

Claro que si alguna escuela se atreviera a trabajar con sus alumnos cómo el mayor AMOR es el que da la vida por sus amigos, como hizo Jesús, o hizo el propio Valentín, y de cómo esa entrega sin límites es la expresión de una experiencia y compromiso vital… entonces seguro que alguno diría que eso no es para decírselo a un niño… y que es mejor darle un osito de caramelo a decir que por amor se puede dar la vida entera.

Si nos referimos al AMOR que todos queremos vivir en nuestra vida… entonces nos sobran esas imágenes, y nos faltan fuerzas y energías para vivirlo con la plenitud que quisiéramos cada día. El amor entregado desgasta, exige,… pero también renueva, alegra, ilusiona, genera vida y nos hace partícipes del futuro. El amor así vivido no se acaba, sino que se transforma: en una nueva vida, en un proyecto compartido, en un gesto regalado, en una caricia sorpresiva, en un abrazo esperanzado, en una mirada cómplice… todo ello anhela eternidad.

La Santa por excelencia, Teresa de Jesús, nos dejó luz clara para entender que por amor “vivo sin vivir en mi”, un amor verdadero rompe a la persona para entregarse por entero al otro, y vivir sin vivir para uno mismo, sino viviendo en el otro y por el otro. ¿Hay alguien que pudiera definir mejor el amor? Amor místico en el caso de la Santa, el cual también estamos llamados a vivir, y amor humano como reflejo uno del otro. Ya nos recordó Jesús “Ama a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”.

Es una pena que un día que pudiera servir para recordar un mensaje importante, y fundamental para toda persona, creyente o no creyente, lo vayamos a reducir a un sms de rima original, una presentación de powerpoint con fotos maravillosas y preciosa música, y algún regalo. Pero, ese día de San Valentín, ¿seríamos capaces de dar nuestra vida por alguien? Feliz día de “este” San Valentín.

Javier Poveda González
Director del Departamento de Cooperación y Administración de EC