28.11.10

He recibido mucho más de lo que he dado

A las 12:36 PM, por Luis Fernando
Categorías : Sobre el autor, Sobre este blog
Maricruz Tasies, nuestra querida blogger de Costa Rica, lanzó hace unos días la siguiente pregunta en su blog:

Cómo católico, ¿cuál es el impacto que has recibido en tu vida del hecho de colaborar en la formación, divulgación y fortalecimiento de nuestra fe junto a otros católicos en la web, personas que no conoces y quizá nunca llegarás a conocer?

Como quiera que llevo una década en esos menesteres de divulgación y defensa de nuestra fe, es lógico que me haya encontrado con decenas y decenas de católicos, por no decir centenares, que de forma esporádica o habitual han estado haciendo lo mismo. En la práctica totalidad de ellos he constatado una misma característica o cualidad: su amor por la Iglesia. Por supuesto, siempre hay excepciones, pero sólo sirven para confirmar la regla. Dicho eso, también digo que el tener amor por la Iglesia y celo por defender su fe no capacita a todos para embarcarse en esa defensa ante los ataques que recibe la doctrina católica desde fuera y desde dentro de la comunión eclesial. Es más, algunos hacen daño a la Iglesia y a sí mismos metiéndose en debates para los que no están preparados. Si uno no sabe cómo defender la sana doctrina, lo mejor es que se quede quietecito.

Cuestiones técnicas aparte, puedo decir que he recibido grandes bendiciones de lo alto al conocer a tantos hermanos en la fe. Primero, porque muchos me han ayudado a ver aspectos del tesoro de nuestra Iglesia que difícilmente habría descubierto yo solo. Segundo, porque no pocos me han testimoniado que el Señor se ha servido de mí para hacer lo mismo con ellos. Es lo que tiene la gracia. Vence nuestros defectos y nos convierte en bendición para los demás. Lo que sí tengo muy claro es que yo he recibido mucho más de lo que he dado.

Mentiría si no dijera que también hay personas que me acusan de haberles hecho daño. Siendo como soy bastante drástico en cuestiones apologéticas, es posible que en más de una ocasión me haya pasado de rosca. Es imposible agradar a todos, así que me conformo con intentar agradar a Dios, cosa que obviamente no siempre consigo.

Uno de los problemas que puede acarrear el dedicar tanto tiempo a las relaciones con otros católicos en la red es que te puede hacer que no prestes atención a los que viven al lado tuyo en el día a día. Como curiosidad os diré que en nuestra parroquia yo soy conocido como el “marido de Lidia". Ella es catequista desde el año pasado y colabora en la liturgia leyendo las Escrituras, algo que yo también he empezado a hacer desde septiembre. Mi esposa también forma parte del grupo de adoración nocturna de la diócesis. Son pocos los parroquianos que saben a qué me dedico vocacional y profesionalmente y la verdad no tengo intención de ir a Misa llevando un cartelito que ponga “Luis Fernando, director de InfoCatólica", je je. Aun así, a principios de curso, tras el verano, hablé con mi párroco para ofrecerme a colaborar en todo aquello que él crea necesario. No descarto que más adelante pueda convertirme en catequista para grupos de confirmación. Los que estamos mucho tiempo en internet no debemos caer en el error de dejar a un lado nuestra participación en la labor eclesial más próxima a nosotros.

En definitiva, la respuesta a la pregunta de Maricruz es simple. Dios ha sido muy bueno conmigo al darme una legión de conocidos y amigos que están repartidos por todo el mundo. De hecho, puedo decir que a algunos de mis mejores amigos y hermanos en el Señor les he visto personalmente apenas una decenas de veces. Y a otros, ni eso. Lo cual no hace que su amistad sea menos “intensa” que la que pueda tener con aquellos a los que veo habitualmente, que a decir verdad tampoco es que sean muchos. De hecho, siempre he sido una persona bastante tímida y con dificultad para entablar relaciones de amistad.

No sé por cuánto tiempo se prolongará mi presencia pública en la red, pero pido a Dios que siga siendo tan fructífera para mi vida espiritual como ha sido hasta ahora. Y también le pido que me transforme cada vez más a imagen de Cristo para ser de ayuda a otros. Si no, mejor sería dedicarme a otros menesteres.

In Domino,
Luis Fernando Pérez Bustamante