23.11.10

Sobre el preservativo y la ilusión de más de uno

A las 1:06 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

Concentrarse sólo en el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad y esta banalización representa precisamente el motivo por el que muchas personas ya no ven en la sexualidad la expresión de su amor, sino sólo una especie de droga, que se suministran por su cuenta. Por este motivo, también la lucha contra la banalización de la sexualidad forma parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer su efecto positivo en el ser humano en su totalidad.

Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta [ndr. el original alemán presenta el término masculino] utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad.

Los párrafos de la supuesta polémica son los aquí traídos.

El nuevo libro de Benedicto XVI (“Luz del mundo”), uno más resultado de una entrevista con Peter Seewald, no podía pasar desapercibido porque lo que pueda decir una persona tan formada espiritual e intelectualmente como el Santo Padre no puede caer en saco roto. A no ser que el saco ya esté roto de antemano y todo caiga dentro y, ¡zas!, se pierda lo allí entrado.

Aunque, claro, ya sabemos aquello que dice que quien no quiere ver no ve nada y, también, que cuando alguien señala a la luna con el dedo sólo quien no tiene interés en la misma mira al dedo.

Eso es lo que, exactamente, pasa aquí.

El otro día, el sábado pasado 20 de noviembre, estaba el que esto escribe haciendo sus cosas cuando, al pasar ante la pantalla de televisión le sorprendió lo siguiente: “El Papa aprueba el uso del preservativo”.

Entre oír esto y quedarse con la boca abierta no transcurrió ni siquiera una décima de segundo. ¡Qué raro era eso!

Y, claro, tenía que haber gato encerrado porque a más de una persona se le tuvo que hacer la boca agua con tal noticia y el espíritu aún más negro. ¡Al fin un Papa dice lo que muchos quieren oír! ¡De ahí a la ordenación sacerdotal de mujeres sólo puede haber otro libro de por medio!

Como no podía ser de otra forma, alguien tenía que salir al paso de la tergiversación que estaba por venir y la esperada manipulación porque la primera se veía acercarse y la otra sería la consecuencia de la misma.

Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, tuvo que decir lo que era innecesario decir pero que alguno no quería ver: “El Papa observa que también en el ámbito no eclesial se ha desarrollado una conciencia análoga, como lo demuestra la llamada teoría “ABC” (abstinence, be faithful, condom), en la que los dos primeros elementos (abstinencia y fidelidad) son mucho más determinantes y fundamentales para la lucha contra el sida, mientras que el preservativo se presenta en última instancia como una escapatoria, cuando faltan los otros dos elementos”.

Entre otras cosas, Lombardi centró, digamos, el balón para que fuera rematado por la verdad y no entrara de rebote dando a algún jugador que pasaba por allí.

Es fácil entender porque en el viaje que realizó a África ya pasó algo por el estilo cuando dijo que, en efecto, el preservativo no era el método más adecuado para luchar contra el SIDA y le montaron la marimorena. Y ahora dice lo mismo de lo mismo.

Sería tratar de presentar a Benedicto XVI como una persona ciega ante la realidad y desconocedora de lo que pasa. Por eso dice lo que dice y, con razón sostiene en el tema del preservativo lo que es el Magisterio de la Iglesia católica. Ni más ni menos.

Algunos, sin embargo, deben estar, ya, pensando en lo que no tienen que pensar y diciendo que el Santo Padre se ha venido atrás al respecto del uso del preservativo. Y esto lo hacen porque banalizan lo que es, en efecto, el sexo.

Eso también preocupa al Vicario de Cristo porque a través de tal forma de actuar, es decir de la banalización del sexo, se produce una degradación en la dignidad de la persona y, entonces, una capitidisminución del ser humano como hijo de Dios.

El que esto escribe tiene tres libros que Peter Seewald ha escrito sobre Benedicto XVI, a saber, “La sal de la tierra” (1997), “Dios y el mundo” (2001) y “Benedicto XVI: una mirada cercana” (2006).

Ciertamente, en tantas páginas escritas, habrá aspectos del pensamiento de Benedicto XVI que podrán gustar más o menos porque no todos vamos a estar de acuerdo con lo que diga siempre ni siquiera el Santo Padre. Sin embargo, sabemos que no se trata de ninguna doctrina dejada por escrito o algo relacionado, por su efectividad, con el Magisterio de la Santa Madre Iglesia. Es lo referido bien a Joseph Ratzinger (en relación a los dos primeros libros) y, en el segundo caso, al ya elegido Benedicto XVI lo que ha dicho Joseph Ratzinger desde su ser persona y creyente católico.

Sin embargo lo que nadie, ninguna persona que tenga dos dedos de frente y sepa leer lo dicho en respuesta a las preguntas o, simplemente, en lo escrito por Seewald acerca del Papa alemán, puede decir que se desdice de lo defendido en el sentido de utilizar tal forma de actuar para desacreditarlo a él mismo y, en último caso, a la doctrina de la Santa Madre Iglesia.

Y en el tema del uso del preservativo ha pasado lo que ha pasado y que no ha sido otra cosa que el sueño de una noche de otoño de más de uno. Su gozo, sin embargo, ha caído en un pozo que no es el de la incomprensión papal sino, más bien, en el del reconocimiento de la realidad y en el saber que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Y quien tenga entendederas para entender que entienda.

Eleuterio Fernández Guzmán