15.10.10

Solicito la intervención de Roma ante las declaraciones del Abad de Montserrat

A las 10:48 AM, por Luis Fernando
Categorías : Anti-magisterio, Religiosos, Actualidad, Benedicto XVI
 

El Abad de Montserrat, el P. Josep María Soler, dio ayer una charla-conferencia ante los presentes en el desayuno convocado por el Fórum Europa Tribuna Catalunya. Aunque habría muchas cosas que comentar de la totalidad de sus palabras, el escándalo llegó en el turno de preguntas. Preguntado por la ley del aborto, el abad respondió que como creyente está a favor de la vida, desde el inicio hasta el final de la existencia de la persona. También dijo que la nueva ley convierte al aborto en un derecho, algo con lo que él no está de acuerdo. Hasta ahí, todo bien. Pero justo tras decir eso, el abad afirmó que otra cosa es que un estado democrático, si se da la situación de que se producen abortos, no haya de regular de alguna manera el tema del aborto. No contento con eso, aseguró que la nueva ley puede reducir el número de abortos en algunos casos e incrementarlos en otros. Finalizó sus palabras volviendo a apelar a su condición de creyente para resaltar que lo ideal sería que no hubiera ley del aborto ni abortos.

Como fieles católicos que acatamos la totalidad del magisterio, yo creo que tenemos el derecho e incluso el deber de solicitar a nuestros pastores que hagan todo lo que está en su mano para impedir que sacerdotes y religiosos que ocupan cargos de gran relevancia no solo eclesial sino también social, hagan manifestaciones que chocan de frente con la enseñanza de la Iglesia. No sé si en España hay algún obispo que tenga autoridad directa sobre el abad de Montserrat. Sinceramente no sé si en la orden benedictina existe algún superior que pueda poner coto al escándalo provocado por las declaraciones de don Josep María. Lo que sí sé es que el Papa o más concretamente la Congregación romana de los Religiosos sí tienen dicha autoridad. Y el Papa va a visitar Barcelona en breves días. Montserrat es para la Iglesia en Cataluña algo muy importante. Por tanto, no creo que sea casual que el abad diga eso justo antes de que llegue el Vicario de Cristo a su tierra. Es evidente que está queriendo transmitir la idea de que el discurso de un sector muy importante de la Iglesia en Cataluña es “otro” en una cuestión tan fundamental como el aborto.

Por supuesto, sus palabras chocan de frente con las del arzobispo de Tarragona, Mons. Jaume Pujol, quien recientemente llamó a los fieles a oponerse y a desobedecer las leyes de los hombres contrarias a la ley de Dios, especialmente cuando aquellas van “contra la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural". Es obvio que en este asunto los fieles católicos estamos en comunión con el arzobispo de Tarragona y no con el abad. Pero la Iglesia no es el lugar donde se puedan dar posturas opuestas en temas de gravedad. El magisterio ha sido siempre radical en todo lo relacionado al aborto. De ninguna de las maneras se puede permitir la existencia de un marco legal que lo regule para permitirlo en uno, en muchos o en todos los supuestos. Las declaraciones del Abad de Montserrat se alejan de lo que enseña el Papa y los obispos. Si don Josep María Soler fuera un señor de Santa Eugènia de Ter, poco importaría lo que dijera. Pero no es un señor cualquiera. Es el abad de una de las abadías más importantes de Cataluña, de España y de Europa.

Si las declaraciones del Abad quedan sin respuesta y sin consecuencias, el problema no estará en el Abad sino en la Iglesia. Es por ello que solicito la intervención de la Santa Sede para cortar de raíz el escándalo que nos produce en muchos fieles el contemplar como uno de sus abades más importantes se muestra comprensivo con las legislaciones abortistas. Nosotros, los fieles, sólo podemos protestar y pedir a nuestros pastores que intervengan. No tenemos la autoridad para poner fin a este tipo de atropellos. No le queremos decir al Papa ni a la curia lo que tiene que hacer. No es nuestro cometido. Pero sí les pedimos que hagan algo. Y que lo hagan ya, antes de que el Santo Padre venga a España, a Cataluña, a Barcelona. De lo contrario, los fieles que estamos combatiendo con todas nuestras fuerzas contra cualquier ley que permita el aborto nos sentiremos abandonados, olvidados y despreciados. Y eso no nos conviene ni a nosotros ni a la Iglesia. Por el bien de la misma, por amor a Cristo, por amor a los no nacidos que mueren gracias a esas leyes, hagan el favor de intervenir ante las declaraciones del Abad de Montserrat.

Luis Fernando Pérez Bustamante