13.10.10

Verdades como puños (socialistas)

A las 12:33 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

Para un discípulo de Cristo cumplir la voluntad de Dios ha de ser lo que dirija su vida material a fuerza de hacerlo con la que es espiritual. Es, digamos, consecuencia la primera del exacto conocimiento y ejercicio de la segunda.

Por mucho que se pretenda dulcificar el gozo de ser franco en hacer lo que Dios quiere, no se puede negar la dificultad que tal intento encierra.

Para esto, pues, se necesita un espíritu fuerte, un corazón generoso y una voluntad a prueba de toda mundanidad o, mejor, capaz de soportar las tentaciones del Maligno.

Por tanto, se hace necesaria la conversión propia de quien se sabe hijo de Dios; una confesión, pues de fe y, por eso mismo, de cada día, instante o momento.

Pablo, según recogen los Hechos de los Apóstoles (22, 11) se pregunta qué ha de hacer porque la duda le asalta cuando, camino de Damasco para perseguir a los discípulos de aquella persona que habían enviado a muerte de cruz, oye la voz de Cristo que le dice “Saulo, Saulo”.

Cumplir. Ha de hacer lo que el Maestro le dice que haga y, por tanto, la voluntad de Dios. Y así hace porque en su corazón ha habido una conversión.

Entonces… necesitamos la conversión pero en tal campo de acción espiritual no pueden faltar, ni faltan, las pruebas que en el camino de amor a Dios se nos ponen o, simplemente, aparecen

Por eso, para todas aquellas personas que, con gran bondad y caridad cristianas, puedan considerar que, cristianamente puede haber algo de bueno en el socialismo o que, simplemente, un socialista puede ser cristiano, ha venido a intervenir en tal imposible realidad, una persona que de ambas cosas sabe bastante.

Pues algo así ha pasado en lo que parece que no pueda, nunca, pasar.

Se trata de Mercedes Aroz, cofundadora del Partido Socialista de Cataluña (¡Sí, el del abortista Montilla!) que se dio cuenta, a tiempo, de que no era posible cohonestar socialismo y cristianismo por mucho que los dos término sean “ismos”.

La biografía política de Aroz tiene, digamos, su aquel, porque cuando, en 1976 se afilió al PSOE no venía de la nada sino de la Liga Comunista Revolucionaria. Formó parte tanto de la dirección de su partido en Cataluña y del Comité Federal a nivel nacional; diputada cuatro legislaturas y senadora otras dos…

Con esto, lo que se quiere decir es que su pertenencia a un partido laicista le tuvo que hacer comulgar con muchas ruedas de molino pues es más que sabido que el recorrido legislativo de la izquierda española en materias relacionadas con la doctrina cristiana no ha sido, precisamente, de loar ni de alabar.

Pero ha prevalecido, en su corazón y, así, en su vida, la Verdad porque Dios llama a quien quiere.

Por eso dijo que “Mi actual compromiso cristiano me ha llevado a discrepar con determinadas leyes del Gobierno” que es una forma delicada de decir lo que, en verdad, podía estar pensado. A esto sólo se le puede llamar exacta caridad cristiana que, como es de suponer, no podía seguir cohonestando con su pertenencia a un partido político, el PSOE, que tanto daño ha hecho y hace a la fe que sostiene a Mercedes Aroz.

Convertíos y creed en el Evangelio” es lo que se nos dice el miércoles de Cuaresma. Y eso es lo que ha hecho una persona que, del fondo de su corazón, ha sacado al exterior lo siguiente:

Mi convicción es que cristianismo y socialismo no son compatibles”.

Y es que cuando se deja paso a la Verdad, las verdades pequeñas y mundanas mueren por sí solas.

Así, cuando una persona argumenta lo que sigue en contra de la legislación que establece el gaymonio

“1- Como legisladora, considero que las normas jurídicas deben garantizar el bien común, algo que esta ley no cumple a mi juicio, ya que no mantiene el equilibrio necesario entre la ampliación de los derechos civiles para la minoría homosexual y la salvaguarda de los intereses generales.

2.-Coincido, en mi oposición a esta Ley, con las posiciones sobre esta cuestión de buena parte de la socialdemocracia europea y las del socialismo francés que representa Lionel Jospin, así como con los argumentos jurídicos expresados por organismos representativos, como el Consejo de Estado y el Consejo General del Poder Judicial. Mi crítica es a la regulación jurídica concreta por la que se ha optado para el reconocimiento de derechos a la unión de personas homosexuales, que rompe la configuración objetiva del matrimonio y no da prioridad a los derechos de la infancia.

3.- La Ley confunde una institución de relevancia social, como es el matrimonio, con formas de convivencia basadas en la orientación sexual que, como reconoce la propia Ley, son algo de trascendencia personal, aunque puedan generar derechos. Por el contrario, la unión de un hombre y una mujer en la que se basa el matrimonio, de la que procedemos todos y que asegura el futuro de la humanidad, genera beneficios sociales y requiere, por ello, una regulación jurídica propia y una protección adecuada.

4.- La Ley va más allá de equiparar uniones homosexuales y matrimonio, ya que propone cambiar la esencia de la institución matrimonial basada en la ley natural y civil, y de la que procede también el matrimonio canónico. Esta alteración del matrimonio implica debilitar la institución más importante de la sociedad. Y no parece que convenga a la sociedad, en su conjunto, que se debiliten instituciones jurídicamente consolidadas que son su propio cimiento.

5.- Con respecto a la adopción, no hay estudios concluyentes sobre los efectos para el desarrollo armónico de los niños en parejas del mismo sexo. Hay opiniones contradictorias de los expertos. Por tanto, ante la duda, hay que inclinarse por anteponer los derechos de los menores que, según nuestro ordenamiento jurídico, han de tener prioridad absoluta para el legislador.

6.- Finalmente lamento que, en una Ley de esta trascendencia, no se haya propiciado un gran consenso parlamentario y que se haya creado una situación de fuerte división social, desoyendo la posición contraria de millones de ciudadanos españoles representados por otros partidos políticos democráticos y expresada también a través de asociaciones e instituciones importantes de nuestra sociedad, especialmente cuando hay otras alternativas. Valga el ejemplo de la reciente Ley aprobada en Suiza, que denomina a la unión homosexual Pacto Civil de Solidaridad (PCS), que no equivale al matrimonio ni permite adoptar, pero equipara los derechos en el ámbito fiscal, penal, de sucesiones, de Seguridad Social y de jubilación.”

no puede permanecer más en el mismo partido que la promueve. Y, claro, no permaneció.

Por eso dijo, en su momento, lo que dijo:

La libertad religiosa reclama el respeto y un reconocimiento positivo del hecho religioso frente a un intento de imponer el laicismo radical” que es una verdad que muchos no soportan.

Y por eso está, ahora, donde está: con los hijos de Dios que saben que lo son y lo que eso significa.

¿Y los demás, que se dicen católicos, en el mismo partido al que pertenecía Mercedes Aroz, qué es lo que hacen?

Lo pregunto por preguntar.

Eleuterio Fernández Guzmán