11.10.10

Opus Dei: defensa bien merecida

A las 12:59 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

Está muy bien que quien es parte importante de la Iglesia católica, digamos, un sacerdote, diga lo que piensa sobre determinada situación. La cercanía con la que puede tratar más de un tema no podemos desdeñarla porque existe, al respecto, un conocimiento no poco importante.

El tema del Opus Dei, fundado por S. Josemaría, es uno que lo es siempre polémico porque hay personas que no pierden oportunidad alguna, venga o no venga a cuenta, para zaherir una forma de ser y de actuar que, es verdad, no gusta a según quién.

Volviendo a lo de arriba, un sacerdote ha escrito (en el “Blog de nuestros lectores” de InfoCatólica) lo siguiente:

“En la Iglesia, en mi diócesis, decir esta palabra: “Opus” es poner en guardia a quien te escucha, levantar la sospecha y el juicio, es la palabra que no debe aparecer en tu “currículum” si lo que quieres es ser obispo o hacer carrera… Decir “del Opus” con perdón, es casi como decir “facha”, ”franquista” o “rancio”, es que no te venga a ver ni tu obispo cuando estás en la cama de un hospital, que por descuido te nombren párroco por la puerta de atrás y hasta incluso te nieguen la ordenación sacerdotal años innumerables… porque “no respondes al modelo de cura que la diócesis necesita.”

Hay que decir, para empezar, que no se refiere a reacciones que se puedan producir de personas ajenas a la Iglesia católica sino, muy al contrario, de la que pueden producirse dentro, muy dentro, en el seno de la Esposa de Cristo. Y eso es bastante más grave.

Muy bien dice el presbítero que la Obra se defiende sola. Sin embargo, puede dar la impresión de que la defensa que hace, con lo que hace, no es suficiente para determinados espíritus.

¿Qué tiene de malo la Obra para que sea vista, según parece, como es vista, por amplios sectores católicos?

Se le achaca ser elitista.

Se le achaca oscurantismo en sus actuaciones.

Se le achaca estar alejada de la realidad.

Se le achaca control, casi, mental, de sus miembros, como si se tratase de una secta.

Y esto no dicho, que también, desde fuera de la Iglesia católica sino desde sus mismas piedras vivas.

Con presupuestos como los aquí citados es fácil pensar que se produzcan hechos como los citados por el sacerdote en cuestión que, muy alejado de amilanarse, manifiesta una posición valiente y muy alejada de lo políticamente correcto.

Defender, pues, al Opus Dei, puede resultar fuera de lugar porque lo que se hace desde la Obra la define, a la perfección, como lo que es: un espacio donde buscar la santidad en la tierra se hace más fácil y comprensible.

Ahí quedan, por ejemplo, sus medios de formación católica.

Ahí queda, por ejemplo, su apostolado.

Ahí quedan, por ejemplo, sus obras corporativas.

Y ahí queda, sobre todo, el ejemplo de las personas que, voluntaria y libremente, en su día, dijeron sí, su particular fiat, a formar parte de una familia, dentro de la Iglesia católica, que no ceja en su empeño de decir que aquí mismo, ahora mismo, podemos ser santos sin tener que recurrir, cuando no corresponda, a grandes heroicidades.

Es difícil, entender, entonces, las razones que puedan existir para que hermanos en la fe puedan ofender, con sus actuaciones de tal forma a quienes forman el Opus Dei; difícil saber si es posible que se niegue el pan y la sal espiritual (como cuenta el sacerdote en su escrito) por el sólo hecho de pertenecer a la Obra a quien así esté incardinado ahí.

Son formas de actuar difíciles de entender porque difícil es de entender que un hermano zahiera a otro hermano por no entender, o no querer entender, cómo piensa.

Eleuterio Fernández Guzmán